"La sirena de una fábrica aulló en la mañana. Como en los días en que sólo se deciden pequeños destinos. Como los días en que el Negus y sus compañeros las oían y se apresuraban delante de largas paredes grises y amarillas, paredes sin fin. En la misma alborada, con las mismas luces eléctricas aún encendidas y que parecían colgadas del trole del tranvía. Una segunda sirena. Diez, veinte. Cien. Hasta entonces ninguno de los compañeros del Negus había oído más de cinco sirenas a la vez. Como las ciudades amenazadas de España se estremecían en otros tiempos bajo las campanas de todas sus iglesias, el proletariado de Barcelona respondía a las salvas con el rebato anhelante de las sirenas de las fábricas... De todas las fábricas ocupadas, el aullido alternativamente largo y precipitado de las sirenas llenaba las casas, las calles, el aire y todo el golfo hasta las montañas." ("La Esperanza")

Bastaría hablar de L,Espoir (La Esperanza) para rescatar la figura de Malraux quien, al escribir ese libro abierto, novela-documento, ese gran fresco que, como ningún otro libro, permite compender la grandeza y tragedia de la Guerra Civil Española, llevó su compromiso intelectual y político hasta los límites de la acción.
En 1936, apenas iniciada la guerra, "compañero de ruta" de los comunistas, se pone a disposición del gobierno de la República, formando, con aparatos obsoletos, viejos aviones biplazas, algunos de entrenamiento o de uso privado, con pilotos voluntarios, la legendaria Escuadrilla España, que combatiría en desiguales condiciones contra los Junkers y los cazas alemanes hasta su disolución, cuando son derribados sus dos últimos bombarderos mientras cubrían la retirada
de Málaga.
A través de sus páginas, recorreremos, como en un film documental y poético a la vez __ y viene a mi memoria la inolvidable "Morir en Madrid" de Fréderik Rossif__ la grandeza y la tragedia española, desde los primeros días del alzamiento, hasta la victoria en la batalla de Guadalajara o la derrota en Valencia, desde la defensa de Madrid, los combates en la Ciudad Universitaria, la gesta de las Brigadas Internacionales, esos hombres que llegaron desde todas partes del mundo a defender la libertad y enfrentar al fascismo. Ciertamente, no encontraremos panfletarismo, sino un dramatismo profundo que, mediante una escritura dura y despojada de retórica, medirá la estatura de la obra.
De regreso en Francia, junto a Max Aub llevaría fragmentos de L,Espoir al cine en un film artesanal, pero anticipador del neo-realismo italiano, con el nombre de Sierra de Teruel, que no pudo ser proyectado por presiones de Franco a la embajada francesa.
Refiriéndose a su versión cinematográfica de L,Espoir diría:
“No es un documental sino un documento. Un homenaje al pueblo español, a tantos venidos de cien partes del mundo para defenderlo y, espejo de lo mismo, un homenaje de estos al pueblo español, defensor entonces de su honra y su libertad”.
Si como dice Roger Garaudy "la Revolución bolchevique fue la última revolución militar y la primera revolución política del siglo XX", de la Guerra Civil Española podríamos decir que, más allá de su tragedia, fue la última guerra "romántica", que convocó las esperanzas de todos los hombres de buena voluntad del mundo.
Ya iniciada la Segunda Guerra Mundial, es internado en un campo de concentración, del que logra escapar en 1941, incorporándose a la Resistencia, dirigiendo la Brigada "Alsace-Loraine" durante la liberación de París. Las condiciones difíciles de la resistencia clandestina quedarían reflejadas en "El tiempo del desprecio".
Es cierto que los años cambiarían su óptica política. Se opuso al Mayo francés y participó en las manifestaciones que reclaman "el regreso al orden", en sintonía con el temor que inspiraban a la burguesía las barricadas en las calles de París y diez millones de obreros en huelga, y que llevarían al regreso de De Gaulle, en cuyo gobierno se desempeñó como Ministro de Cultura.
Los conquistadores y La condición humana
"Los culíes están descubriendo que existen, simplemente que existen...
Cómo traducir al chino la palabra libertad, porque esa palabra no existía."
En los años veinte, Malraux vive en China el tiempo suficiente para imbuirse de su cultura y de su realidad, siendo testigo privilegiado de sucesos como la huelga general de Cantón, la frustrada insurrección de Shanghai, la victoria del Kuomintang de Chiang-Kai-Shek y la posterior represión a los comunistas chinos.
De ea experiencia nacerían los libros "Los conquistadores" y "La condición humana", probablemente, junto a "La esperanza", sus mejores obras.
Si bien Malraux no presenciaría los acontecimientos de 1927 que narra, sí estuvo en Cantón durante el fracaso de la huelga general, que narra en "Los conquistadores", libro que provocaría la admiración de León Trotsky.
" La condición humana__ escrine Vargas Llosa__ es una obra maestra, digna de ser citada junto a las que escribieron Joyce, Proust, Faulkner, Thomas Mann o Kafka, como una de las más fulgurantes creaciones de nuestra época. Lo digo con la tranquila seguridad de quien la ha leído por lo menos media docena de veces, sintiendo, cada vez, el mismo estremecimiento agónico del terrorista Tchen antes de clavar el cuchillo en su víctima dormida y lágrimas en los ojos por el gesto de grandeza final de Katow, cuando cede su pastilla de cianuro a los dos jóvenes chinos condenados, como él, por los torturadores del Kuomintang, a ser quemados vivos. Todo es, en ese libro, perfecto..."
Más allá de su experiencia como cineasta, es posible percibir en su escritura elementos cinematográficos en la narrativa, superposición de cuadros, primeros planos y un ritmo ágil que atrapa al lector. Él mismo lo confiesa en diálogo con el director teatral Jean Villar, poco antes de su muerte, cuando, refiriéndose a uno de los pasajes más célebres de la novela "La condición humana", en que Katow, a punto de ser quemado vivo en la caldera de una locomotora, entrega su pastilla de cianuro a un camarada, recordará:
"Fue en el pasaje sobre esas manos que mi escena giró perpendicularmente; y pensé: Katow tiene que darle a otro el cianuro.Un episodio completamente imprevisible y que nada podía tener de verdaderamente histórico. Aún si hubiese tenido lugar realmente, sólo sería episódico...Lo que me golpeó fue la idea de un primer plano con las dos manos y Katow que deposita el cianuro en la mano del otro. Hubiera sido un soberbio primer plano..."
La polémica con Trotsky
"¿Y ese joven Malraux que tiene, por lo menos, voluntad, no como esos héroes de Proust o de Gide, es alguien que puede ganarse para nuestra causa..?", preguntó Trotsky entusiasmado luego de leer "Los conquistadores" en 1931, del cual publicó un artículo elogioso en la prestigiosa revista NRF que editaba Gallimard. Fue una relación breve, signada por la curiosidad y la admiración mutuas pero también por las discrepancias políticas e ideológicas.
Trotsky __ cuya versatilidad cultural no puede negarse__ había hecho en su nota un exaustivo análisis del libro.
"Hay páginas de la novela, __escribe__ bellas por su intensidad, que muestran cómo el odio revolucionario nace de la opresión, de la ignorancia, de la esclavitud, y se va templando como el acero. Tales páginas merecerían ingresar en la Antología de la Revolución, si Malraux hubiera abordado a las masas populares con más libertad y atrevimiento, si no hubiese introducido en su estudio un leve toque de cansada superioridad, como excusándose de su concomitancia pasajera con la insurrección del pueblo chino...". Se equivocaba, aún no había leído "La condición humana", que Malraux acababa de finalizar al momento del encuentro.
En julio de 1933 se encontraron en las afueras de París, en la villa de Saint- Palais donde residía Trotsky de acuerdo con las condiciones impuestas por el gobierno francés para aceptar su exilio. Rogelio García Lupo destaca
"el hecho extraordinario de la relación de Malraux, el escritor francés que convirtió a la revolución china y a la guerra civil española en materia viva de sus novelas, y esa reseña de Trosky que abrió un debate inesperado entre un autor de ficción y un protagonista de la misma historia que había servido de escenario a esa ficción".
El joven escritor nunca fue troskista, su admiración por un personaje de la historia, un sobreviviente de la Revolución Rusa, "dominaba su imaginación __señala su biógrafo Jean Lacoutur__ porque no hay para él personaje más romántico que el vencedor vencido...".
La nota de Trosky reconoce los méritos literarios de Malraux y abunda en elogios. "El estilo denso y bello __escribirá__ , la precisa visión del artista, la observación original y sagaz, todo confiere a la novela una importancia excepcional. Si hablo aquí de ella, no es porque el libro rebose talento, circunstancia en modo alguno desdeñable, sino porque ofrece una fuente de enseñanzas políticas de incalculable valor. ¿Se las debemos a Malraux? No por cierto: derivan de la narración misma, sin que el autor lo advierta, y testimonian contra él mismo, lo que lo honra como observador y artista. Sin embargo, tenemos el derecho de apreciar a Malraux también desde este último punto de vista: hablando en nombre personal, y sobre todo en el de Garín, su segundo yo, el autor no escatima sus juicios sobre la revolución".
A partir de ahí, Trosky confundirá la realidad con la ficción, y su extensa crítica se centrará en la disección política e ideológica del libro desde su furibundo antiestalinismo, culpando al autor de las ideas y acciones de sus personajes.
Esto fue así a tal punto que años después, en 1937, luego de su rompimiento con Malraux originado en sus posiciones enfrentadas sobre la guerra civil española, y contradiciendo su propia valoración inicial de Malraux, llegaría a acusar al autor de agente de Stalin, responsabilizándolo incluso de la derrota de la revolución china.
"Malraux se hallaba en China en 1926 __escribe__ al servicio del Komintern-Kuomintang, y es uno de los que sobrellevan la responsabilidad del estrangulamiento de la revolución China. Malraux, como André Gide, forman parte de los amigos de la URSS". (cit. por García Lupo)
En realidad, fue la participación de Malraux en la Guerra Civil Española la que terminaría por separarlos definitivamente.
"Nos enojamos cuando adopté la posición sobre España que usted conoce __ diría Malraux en la entrevista citada__. Trotsky estaba en contra, violentamente; estimaba que no había que defender a España porque los rusos, en su opinión, hacían un doble juego, y eso solo podía conducir a un reforzamiento del stalinismo, la peor cosa del mundo para la defensa del proletariado".
Malraux respondería: "Durante un período de diez años yo no he contado para nada en la historia de la revolución china. Y ahora vengo a convertirme de repente en su figura más importante. ¿Será porque en el interín yo he declarado que la inmediata colectivización de la tierra es completamente imposible e impracticable en España, aceptando asíado para nada en la historia de la revolución china. Y ahora vengo a convertirme de repente en su figura más importante. ¿Será porque en el interín yo he declarado que la inmediata colectivización de la tierra es completamente imposible e impracticable en España, aceptando así la posición del gobierno español del Frente Popular y oponiéndome al programa del POUM y de los trotskistas españoles? Si yo estuviese de acuerdo con Trotski en la cuestión española, evidentemente no me hubiera hecho nunca responsable del fracaso en China".
En 1947 es nombrado Ministro de Cultura de De Gaulle, desempeñándo una brillante difusión de la cultura francesa en el mundo, y siendo el creador de las famosas Maisons de Jeunes et de la Culture, que durante décadas influenciaron a los quartiers y municipios parisinos. En 1933 su novela "La condición humana" obtuvo el Premio Goncourt de Francia, y en 1976 es galardonado con el premio internacional Alfonso Reyes. Malraux muere ese mismo año.
Solía autodefinirse como "hombre de libertades", desengañado de utopías y de dogmas. "Hay, cuántas esperanzas traicionadas, cuántos insultos y muertes para terminar cambiando simplemente de biblioteca rosa..!... Han pasado más de veinte años desde la publicación de este libro de adolescencia. !Y mucha agua por debajo de tantos puentes rotos! Veinte años después de la toma de Pekín por el ejército revolucionario de Chiang-kai Chek, esperamos la toma del Cantón de Chien-kai Chek por el ejército revolucionario de Mao-tse Tung. Dentro de veinte años, ¿otro ejército revolucionario expulsará a Mao..?".
Su desencanto reconocía un orígen, al iguál que Gide, Arthur London y tantos otros, en la denuncia de las purgas del stalinismo, la censura a la disidencia literaria y artística en la URSS, la "biblioteca rosa" del realismo socialista.
En 1948, dirigiría un llamado a los intelectuales de contenido marcadamente anti-soviético, en el contexto de los primeros años de la guerra fría. ¿Un renegado que desmerece su trayectoria literaria y militante?. Es posible. Sin embargo, Malraux no fue un colaboracionista, un Brasillach o un Céline. Pienso que más bien expresa los desfasajes, no infrecuentes, entre la intelectualidad y la política, y destaca la necesaria autonomía relativa entre la política y la literatura y el arte.
Curiosamente, más allá de sus mutaciones, su deriva al pensamiento de derecha, jamás renunciaría a sus vivencias de España y de la Resistencia. Solo sería fiel a ellas y a su escritura.
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