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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cuando Córdoba resistía


"ERA MEDIO UN LÍO"
 Entre teatro, música y poesías  
por Maria Sol Bruno (UNC)


Resúmen
 
En este escrito ensayamos la descripción de una malla de relaciones entre diferentes obras artísticas vinculadas principalmente con la música en la ciudad de Córdoba en la década de 1980. Partimos de un antecedente de una investigación previa donde nos abocamos a una de aquellas obras. Sostendremos como hipótesis que se conformó una red de cooperación entre músicos, actores y poetas en la ciudad de Córdoba que se planteó como continuidad de un proyecto juvenil configurado en los años 70 y como “resistencia” a la dictadura militar instaurada en 1976. También exploramos una cuestión que las producciones tenían en común, esto es una forma de producción “independiente” y “artesanal”.

En este escrito tomamos como punto de partida una investigación reciente, mi Trabajo Final de Licenciatura en Historia. Allí nos ocupamos específicamente de describir una red de cooperación que posibilitó una obra artística denominada “Córdoba va”. Aquí ensayamos  abrir aquella malla de relaciones y expandir nuestros estudios hacia otras performances contemporáneas. En tal sentido tomamos las trayectorias de los artistas que conformaron aquella puesta artística para establecer nexos con otras personas. Presuponemos que aquellos sujetos debieron tener intereses comunes, ya sea gustos estéticos y razones similares a la hora de emprender sus proyectos artísticos. Sostendremos como hipótesis que se conformó una red de cooperación entre músicos, actores y poetas en la ciudad de Córdoba que se planteó como continuidad de un proyecto juvenil configurado en los años 70 y como “resistencia” a la dictadura militar instaurada en 1976.

Actores
Una primera red que mapeamos en nuestro trabajo refirió a un conjunto de artistas dedicados al teatro. Las personas entrevistadas y las fuentes documentales plantearon dos “hitos” relevantes referidos a la trayectoria de la producción teatral en los años previos a la instauración de la última dictadura militar. Se hizo mención a dos grupos de teatro considerados emblemáticos (1): “La Chispa” y el “LTL” (Libre Teatro Libre). El primero comenzó sus actividades a fines de los años 60 hasta la irrupción del golpe de Estado en 1976, cuando la mayoría de sus integrantes debió exiliarse en México. Por otro lado el “LTL” fue un grupo de teatro fundado por María Escudero, docente que estuvo al frente de la apertura del departamento de Arte Escénico en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en el año 1965(2). Cuatro años más tarde Escudero fue expulsada de la Escuela por diferencias crecientes con la gestión. Luego de este hecho conformó con antiguos alumnos de la Escuela un grupo de teatro independiente que tuvo presencia en varios escenarios latinoamericanos hasta 1975 con el exilio de varios de sus integrantes. Estos dos proyectos encarnaron un espíritu de teatro político, en una coyuntura que favorecía una relación más estrecha entre el arte y el compromiso social (Arce, 2007).
Con el advenimiento de la última dictadura militar aquel departamento de Arte Escénico de la Universidad desapareció (Salit, 2011), por lo cual quedó una sola alternativa para cursar estudios de teatro: El “Seminario de Arte Dramático Jolie Libois”. Aquella institución era de dependencia provincial y había sido creado por la Primera Actriz de la Comedia Cordobesa Jolie Libois a fines de los años sesenta. La carrera duraba unos cuatro años y funcionaba en el Teatro del Libertador San Martín, el teatro de mayor importancia en la ciudad, de dependencia provincial y ubicado en la zona céntrica (Av. Vélez Sarsfield 365).  Estudiaron allí Omar Rezk e Isabel Brunello, miembros de “Córdoba va”. También José Luis Arce y Susana Skogman, esposa de Rezk.
Nos detendremos en la forma de organizar aquel trabajo artístico (Becker, 2008). Los actores que puntualmente contactamos habían conformado lo que denominaron “Elenco Cooperativo Teatro de Córdoba” (ETC). Consistía en una cooperativa encargada de la producción de las obras teatrales. Era un conjunto de actores que se dividían las diferentes tareas necesarias. Cada división del trabajo se efectuaba en función de cada obra en particular. Así ciertos individuos se encargaban de gestionar recursos, otros de la dirección, reparto de elencos, escenografía, luces, sonido, etc. Las tareas de producción eran optativas, se podía trabajar en ellas o no, y la retribución económica se modificaba en proporción a sus participaciones. Con recursos de la cooperativa se compraba la planta de luces, también los insumos para la confección de la escenografía que era realizada por ellos mismos. La única tarea para la cual solicitaban el trabajo de personal de apoyo era en sonido, realizado por un recocido profesional del medio llamado Mario Palacios.
Brunello relató que en muchas ocasiones fue la responsable de gestionar fondos monetarios. Estos eran obtenidos mediante el auspicio de diferentes empresas en los programas impresos de las obras de teatro. Por otro lado también destacó que a ella le encargaban aquella tarea por su corta edad (15 años) y aspecto angelical, características que jugaban a su favor dado que en general lograba el fin propuesto (3). Otra cuestión importante reside en que esta vía era la única por la cual el ETC podía obtener recursos económicos: o sea no era que la producíamos con plata nuestra, haciendo, sacando de nuestros bolsillos. Porque de nuestros bolsillos no salía ni para el café con leche, o sea, cero, nada (Entrevista con miembro del ETC)
Dada la situación diseñaban estrategias, entre quienes participaban en el ETC, para hacer una producción independiente en la cual los intervinientes desempeñaran actividades que fueran de su agrado y obtuvieran rédito monetario y reputación a cambio. Es decir: el secreto era ese que siempre teníamos la intensión de: que ganáramos todos y de producir nosotros (Entrevista con miembro del ETC). Sus propósitos eran que aquel trabajo bastase para sostenerse económicamente y convertirse en profesionales sin pertenecer a un cuerpo estable dependiente del Estado. El único cuerpo estable de teatro en la ciudad de Córdoba lo constituía por esos momentos y hasta la actualidad la “Comedia Cordobesa”.
Músicos
 Para entrar de lleno a las producciones musicales partimos de las pistas encontradas en la performance que analizamos en nuestra tesis de grado. A partir de ella nos dimos con la existencia de una red de artistas dedicados a la música. Ahora describiremos algunos aspectos que los mantenían conectados y que nos hace pensar en la conformación de un mundo de arte (Becker, 2008) que denominamos mundos de la “canción urbana”.
Como referentes musicales importantes del pasado próximo se señaló de modo recurrente a “Canto Popular”, un movimiento artístico que agrupó a diferentes conjuntos musicales y solistas. Surgió dentro del ambiente de la UNC, en la Escuela de Artes, en la década de los 70. Algunos de esos grupos fueron: “Elegía”, “Nora y Delia”, “Nacimiento”; o la actriz María Escudero, abocada a la práctica musical como solista. Francisco Heredia también formaba parte de este movimiento como solista. Las fuentes e informantes coincidieron en afirmar que Heredia era un músico muy importante de esos años, y fue uno de los artistas que tuvo la posibilidad de seguir abocado a la práctica artística y no exiliarse del país cuando sobrevino el golpe de Estado. En la ciudad de Córdoba había existido un importante compromiso político del movimiento artístico previo a la dictadura militar. Luego de la irrupción de la última dictadura militar hubo una importante disgregación, muchos se fueron al exilio o renunciaron a sus proyectos. 
Heredia se presentaba en formato de trío acompañado por Horacio Sosa (músico que conformaría luego “Córdoba va”) en guitarra y coros y Mario “Gorgo” Rojas en percusión. Sin embargo en el año 1979 partió rumbo al exilio, las razones de aquella posibilidad fueron las condiciones de censura y represión que se vivían. Luego de este hecho Sosa se transformó en el heredero de su cancionero por haber participado en su proyecto solista, incluyó en su repertorio muchas de las canciones de Heredia a las cuales les sumó composiciones propias. Partes de esas obras musicales conformarían luego el espectáculo “Córdoba va”.
Los jóvenes artistas a los que aquí hacemos referencias frecuentaban recitales, manifestaciones y peñas. Muchos eran estudiantes universitarios, y dieron cuenta de la existencia de una agenda cultural ofrecida por la universidad, antes del advenimiento de la última dictadura militar, con acceso libre y gratuito. También plantearon que existía en la ciudad una intensa movilización política, que se traducía en manifestaciones político-partidarias y recitales tremendamente politizados.
Un espacio recurrentemente mencionado por las personas entrevistadas hasta el momento fue “Tonos y Toneles”. Los dueños y fundadores del lugar fueron: Tito Acevedo, Alfredo Wolf y Néstor Carnicero. Se ubicaba en la avenida Santa Fe 450 y abrió sus puertas en abril de 1976. “Tonos” era una peña, las personas se ubicaban en sillas y mesas a escuchar música “en vivo” y en general no se bailaba. Este lugar fue definido por los entrevistados como un lugar de la resistencia que aglutinaba a los sin lugar, a los marginados culturalmente por la dictadura. Allí podía escucharse música latinoamericana.
En el año 1982 Tito Acevedo comenzó las gestiones para armar un nuevo boliche: “La Nueva Trova”. El local inició sus actividades en marzo de 1982, abría los días sábados y domingos. Los informantes plantearon que en la “Nueva Trova” actuaban artistas ligados a la canción popular no folklórica, su nombre remitía al movimiento de la “Nueva Trova Cubana” y se ubicaba en la calle Humberto Primo 871.
Transcurrido un tiempo comenzaron a abrir los días jueves. Para ello uno de los socios de Acevedo, Raúl Cuaile, les propuso a los músicos Omar Gómez y Walter Sader que armen un dúo musical para tocar aquellos días. Ambos músicos se conocían de haber compartido peñas, pero nunca habían armado proyectos musicales juntos. Aquellos primeros encuentros dieron origen al conjunto musical “Vamos a Andar”, nombre que tomaron de una canción de Silvio Rodríguez. Posteriormente se sumaron nuevos integrantes al grupo: Gustavo Gutiérrez, Daniel Rodríguez, Raúl Venturini, José Halac, “Raton” Peire (luego reemplazado por Rafael Rimondino). Quisiéramos llamar la atención sobre la importancia de los dueños de los bares en la conformación de los conjuntos musicales. En la entrevista realizada con Omar Gómez relató que en un momento no tenían bajista, para conseguir su reemplazo acudieron a Tito Acevedo. Por otro lado también expresó que un periodo de tiempo los ensayos de su grupo “Vamos a Andar” ocurrían en el local de “Tonos y Toneles” durante la siesta.
Según Gómez la “Nueva Trova” se llenaba de gente los días jueves, esta cuestión se veía favorecida porque aquellos públicos eran, en parte, los mismos que acudían a un evento artístico que se realizada unas horas antes. Se trataba de una serie de recitales organizados por Radio Universidad, Radio de Amplitud Modulada (AM 580) parte de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba. Esta emisora fue mencionada de modo recurrente por las personas entrevistadas ya que  emitía programas que eran muy escuchados por la población juvenil. Se convirtió a su vez en parte del sistema de distribución de las obras musicales cordobesas del mundo de la “canción urbana” que investigamos. Aquella emisora contaba con un “departamento cultural” desde el cual gestionaba recitales de música “popular” con entrada gratuita que  se efectuaban en el “Estadio Atenas” (espacio habitual donde se realizaban recitales y bailes). Se presentaron, entre otros, artistas como Mercedes Sosa, Narciso Yepes, Vinicius de Moraes, Cuarteto Zupay, Marikena Monti, Susana Rinaldi. Todos artistas reconocidos, y en algunos casos de nivel internacional.
Paralelamente comenzaba a sonar un nuevo espectáculo musical que se denominó “Córdoba va”. Integraban aquella propuesta los actores “Toto” López y Omar Rezk (al poco tiempo reemplazado por Isabel Brunello) en la lectura de textos. En la musicalización estaban Horacio Sosa y “Pancho” Alvarellos, partes de un grupo musical denominado “Posdata” que se había conformado en el año 1978. El espectáculo comenzó sus presentaciones en marzo de 1982 en “La Nueva Trova”, sin embargo al poco tiempo se trasladaron a otro local. Se trataba de “El Carrillón”, su dueño era Rody Travalón y se ubicaba en la Avenida Colón 1177.
Ambos espectáculos: “Córdoba va” y “Vamos a Andar” se desarrollaron contemporáneamente en estos dos espacios nocturnos de la ciudad, separados por pocas cuadras. Como compartían similares públicos, uno de los entrevistados planteó que medio que se armó una historia de competición, aunque se encargó de remarcar que entre ellos eran muy amigos. También había un nexo de parentesco entre alguno de los integrantes: Omar Gómez y “Toto” López eran cuñados. Más adelante, ambos grupos hicieron una performance conjunta que se denominó “Vamos Córdoba” Se presentó en diferentes espacios de la ciudad y del interior provincial, en los años 1982, 1983 y 1984.
Con el tiempo “Vamos a andar” y “Córdoba va” extendieron sus presentaciones en diferentes espacios de la ciudad. Por lo que podemos observar tenían espacios comunes donde tocar, los sistemas de distribución se parecían. El trabajo de campo realizado hasta el momento nos muestra ciertas similitudes entre estos tres espacios que detallamos aquí (“Tonos y Toneles”, “La Nueva Trova” y “El Carrillón”) que nos permiten pensar en una hipótesis exploratoria sobre circuitos nocturnos de un grupo de jóvenes en la ciudad de Córdoba de los años 1980. Estos sitios son descriptos por las personas entrevistadas como lugares muy fuertes, de concentración absoluta donde todo el mundo iba ahí y encontraba lo que buscaba. Eran espacios que se convertían en lugares de encuentro. Esta transformación podría tener lugar mediante la escritura del espacio, que se realizaba a través de estas sonoridades (Schechner, 2000). En este sentido planteamos como hipótesis que un grupo de jóvenes de la ciudad de Córdoba asistía a algunos locales nocturnos asociados a un mundo de arte y en el devenir público de estas “canciones urbanas” se realizaría su experiencia identitaria de hacerse joven en los tiempos y espacios investigados aquí (Cf. Frith, 1996).
Por otro lado haremos unas observaciones en lo que atañe a la formación de los músicos. Algunos estudiaban en instituciones formales, otros aprendían escuchando música, tocando en las peñas. Esta última cuestión es señalada por Becker al plantear que en un sentido importante los miembros de los mundos de arte son autodidactas (Becker, 2008). Los espacios con los que contaba la ciudad de Córdoba para el estudio de  música eran la Escuela de Artes de la UNC y el conservatorio provincial Félix Garzón. Ambos estaban orientados a la enseñanza de la música académica. Algunos músicos transitaban por estos espacios, otros tenían sus profesores particulares, muchos de los cuales provenían de la UNC o del Conservatorio. También muchos de ellos trabajaban en la docencia. Sin embargo la investigación realizada hasta el momento nos mostró que había un universo de conocimientos que no podía ser enseñado ni aprendido en estas instituciones. El aprendizaje de lo académico es asociado con la lectura, el estudio y la disciplina.  El otro con el oído y con el tocar como se siente.
Para la década de los ochenta un grupo de músicos comenzó a armar talleres orientados al estudio de la “música popular” que luego cristalizó en una institución prestigiosa de la ciudad de Córdoba denominada “La Colmena”. La exploración documental que efectuamos hasta la fecha nos mostró que estos artistas se presentaban frecuentemente como un grupo musical con el mismo nombre. Sus integrantes eran Alberto Suárez Assar, José Luis “Pucho” Ponce y Oscar “Pato” Pedano (actual director de la institución). En próximos escritos indagaremos más en detalle dicho proyecto dado que no contamos con antecedentes que exploren la cuestión. Por otro lado también en próximas investigaciones daremos cuenta de otra institución generada a partir de 1982 que se denominó “Collegium”, una institución cooperativa dedicada a la enseñanza musical con niveles iniciales, primario, secundario y terciario de existencia actual en la ciudad de Córdoba.
 
Poetas y escritores

Los músicos y actores también se vincularon con la producción literaria y poética. Hasta el momento mapeamos numerosos espectáculos poéticos musicales donde participaban actores y músicos. Las fuentes periodísticas que consultamos destacaron que la ciudad contabilizaba numerosos espectáculos poético-musicales, talleres literarios y grupos musicales trabajaban conjuntamente. Este formato de performance también era utilizado como forma de presentación de libros de escritores cordobeses. Un ejemplo de aquello lo constituyó el libro de Héctor Solasso, “Contra la muerte”. Fue un espectáculo poético musical que contenía poesías y canciones. Se denominó “No se muera nunca” (como uno de los poemas del libro), en él participaron Omar Rezk en la interpretación de los textos y  “Posdata” (conjunto musical integrado por Hélida López, Horacio Sosa y “Pancho” Alvarellos) y Luis Alesso para la musicalización. Se realizó en el año 1980 en “Elodía café concert” (ubicada en Av. Colón y Av. Gral. Paz, en el centro de la ciudad).
“Córdoba va” fue uno de esos espectáculos musicales, pero que a diferencia de los demás se mantuvo en cartel por mucho tiempo (desde 1982 a 1984). Tomaron poesías de autores latinoamericanos, argentinos y cordobeses. También incluyeron producciones de talleres literarios de la ciudad y de organizaciones políticas de la época que coincidían con su posicionamiento político. Otra cuestión importante de esta performance fue que en 1984 llegaron a grabar un Long Play con el sello internacional RCA Víctor en sus estudios de Buenos Aires. Aquel disco se denominó “Posdata Córdoba va” y contenía en su interior una serie de recitados poéticos y canciones emparentadas temáticamente.
El grupo “Vamos a Andar” acostumbraba incluir en su repertorio canciones de autoría ajena. Sin embargo en un momento de la trayectoria del conjunto tomaron la iniciativa de incluir temas propios. Para llevar a cabo esta tarea trabajaron conjuntamente con un poeta de Córdoba llamado Omar Heffling. Ese escritor era el encargado de confeccionar las letras y la musicalización corría por cuenta de los diferentes integrantes del grupo. Para las lecturas de textos fue incorporado Toto López, quien se había separado del proyecto “Córdoba va”. Con este material conformaron un espectáculo poético musical denominado “Viendo la gente andar”, nombre tomado de un poema de Juan Gelman. La relación laboral entre Omar Gómez, Toto López y Omar Heffling se continuó en el tiempo dado que a partir de 1986 compartieron programas radiales en Radio Nacional.
Había una serie de escritos de prensa gráfica que también eran tomados para la realización de este tipo de espectáculos. Una mención recurrente en las exploraciones que realizamos hasta el momento fue la revista “Humor Registrado”. Dos personas consultadas manifestaron que compraban la revista semanalmente y realizaban su lectura. En tal sentido uno de los entrevistados planteó: (…) fueron tan fuerte las “Humor” para nosotros en aquellos años que hay una cuestión de afecto fuerte. En aquel medio trabajaba María Rosa Grotti, escritora y periodista. Algunos de sus textos fueron incorporados en “Córdoba va”. Los actores de dicha puesta artística habían mantenido una relación previa con Grotti dado que habían compartido obras teatrales en el pasado reciente. Ella también trabajaba como actriz y periodista en el diario “Tiempo de Córdoba”, semanario que era parte de un conjunto de publicaciones efectuadas por la editorial Córdoba.
Otras revistas mencionadas que hacían alusión a este mundo de arte de Córdoba y/o que eran consumidas tanto por artistas y públicos fueron: “El porteño”,  “Fin de Siglo”, “El Anden”,  “La opinión” (del diario “La opinión”), “Artemio”. En futuras investigaciones profundizaremos sobre estas producciones.
Hay una cuestión que quisiéramos llamar la atención aquí para trabajar en próximos escritos, esto es la importancia que estos artistas le atribuían a la producción local. De aquí que planteen como necesario incluir en sus repertorios textos de poetas cordobeses y canciones de músicos de Córdoba. Tenían como uno de sus objetivos transformarse en voceros de la ciudad donde vivían a través de sus producciones artísticas. Cada uno cantaba sus cosas en otro lado y así se convertía representante del lugar en donde vivía, en un trovador. Para ello era necesario residir en Córdoba, a pesar que había ciertas condiciones en la ciudad de Buenos Aires que facilitaban el trabajo.
El anhelo de vivir de la producción artística
Las producciones artísticas mapeadas hasta el momento presentaron otra aspiración común en la organización del trabajo artístico que se relacionaba con su sistema de distribución. Siguiendo la perspectiva de Becker (2008) los sistemas de distribución permitirían dos cosas: que el trabajo artístico sea apreciado por los públicos y que quienes participan de su producción recuperen la inversión de tiempo, dinero y materiales. Mediante el sistema de distribución los artistas se integran a la economía de su sociedad. La aspiración de los artistas que investigamos aquí era generar un modo de producción independiente que les permitiese trabajar profesionalmente de su oficio.  Sin embargo la mayoría de las personas que entrevistamos hasta el momento manifestaron que no podían abocarse exclusivamente a sus proyectos artísticos, dado que aquellos no les permitían sostenerse económicamente. Para lograr aquel cometido tenían otros trabajos que en ocasiones no se relacionaba con la actividad artística.
Para poder llevar a cabo este objetivo, entre otras cosas,  se diseñaron instrumentos de agremiación como la Asociación Argentina de Actores y la Asociación de Músicos Independientes de Córdoba (AMIC).
La Asociación Argentina de Actores es una asociación sindical, profesional y mutual que reúne hasta la actualidad a los actores de todo el país. La delegación cordobesa fue creada a principios de la década del ochenta. Aquellos inicios estuvieron acompañados por el trabajo de actores de la sede de Buenos Aires y artistas locales. En ella se implicaron gran parte de esta red de actores que intentamos mapear en nuestra investigación. Desde este organismo los artistas propiciaban la defensa de sus derechos laborales (como fijación de honorarios, obra social, etc). Esta cuestión cobra particular importancia considerando que la mayoría de aquellos artistas no trabajaba en relación de dependencia, sino que auto gestionaban sus proyectos. Por otro lado la Asociación servía como un espacio de encuentro entre los actores. En este sentido uno de los actores manifestó: servía para que nos reuniéramos todos ¿me entendés? O sea todos los días nos reuníamos en el sindicato y teníamos un lugar para juntarnos siempre.
Los músicos tenían su propia asociación. AMIC inició sus actividades en 1982 (LVI 29/11/1984 2° secc. p 13) y era una de las alternativas de formas cooperativas que se estaban gestando en Buenos Aires y en el interior del país (Clarín, 21/08/1983) (4). Similar al proceso de formación de la Asociación Argentina de Actores, AMIC fue una de las sedes locales de una asociación nacional. Este nucleamiento tenía la finalidad de resolver problemas comunes y posibilitar la profesionalización de los músicos (financiar sus propias obras sin la necesidad de acudir a fuentes externas de los mundos de arte). De este modo estaba entre sus objetivos generar formas de distribución de las obras de arte propias y eludir los canales de las grandes productoras internacionales,  nuclear e integrar a los músicos nuevos, fomentar los vínculos entre los músicos y conseguir mejores condiciones laborales mediante la adquisición de derechos gremiales. AMIC también se proponía incentivar un acercamiento entre los distintos géneros musicales, de ahí el interés por impulsar diferentes talleres musicales de formación. Las actividades que llevaban a cabo que fueron relevadas hasta el momento fueron: talleres de formación musical, recitales (ya sea en adhesión a alguna causa política en particular o no, como los “Festivales por la vida” organizados por organismos de Derechos Humanos), ciclos de música y peñas.
Tanto AMIC como la Asociación Argentina de Actores se situaban en el marco de otras agremiaciones que existían en la época: Asociación de Técnicos de Espectáculos de Córdoba (ATEC), Asociación del Paseo de las Artes, Agrupación de Cineastas de Córdoba (ACCORD), Asociación de Plásticos de Córdoba (APAC).
De noche y de día: la casa de Omar, la verdulería de Toto y algunos bares de la ciudad
Otra característica común de los proyectos artísticos a la cual nos abocamos reside en lo artesanal de los medios para la producción artística. En este sentido eran los artistas quienes se encargaban de gestionar los recursos, materiales y humanos, necesarios para la producción de sus obras. Ellos se ocupaban de propiciarse sus propios sistemas de distribución. Este tipo de producciones sería diferente a ciertas músicas y sonoridades consideradas comerciales (5)que se asociaban a un mercado de consumo masivo.
Para concretar las obras artísticas detectamos ciertos espacios que fueron centrales en este mundo de arte. Uno de ellos fue una casa particular, donde vivían Omar Rezk y su esposa Susana Skogman ubicada en el barrio Alto Alberdi. Allí se reunían diferentes artistas, ya sea músicos, poetas y actores. Una de las personas entrevistadas la definió como una explosión de cultura. No sólo compartían almuerzos, cenas y noches; sino diferentes aportes culturales. En ese espacio sonaban canciones de la “Nueva Trova Cubana” (fenómeno musical que se estaba consolidando pero que por la censura no podían circular en el país) o nuevas producciones que algún artista quisiera compartir. También en ese lugar se confeccionaban las escenografías para las obras de teatro que realizaba el ETC.
Otro espacio importante lo constituyó la verdulería “La Papa” que se ubicaba en barrio Iponá, un barrio donde habitaban jóvenes estudiantes universitarios y jóvenes artistas. Sus dueños eran Toto López y María Esther Gómez. Aquel local contaba con un espacio para la reunión: una especie de living con cajones para sentarse y compartir mates y charlas. Estaban disponibles para la lectura de quien lo deseara diarios, revistas y material de información cultural y política. En este sentido la verdulería se transformó, desde el punto de vista de los entrevistados, en un lugar de encuentro y de resistencia. Este espacio tuvo vida durante los años 1977 y 1987. Funcionó como la oficina y centro de operaciones del espectáculo “Córdoba va” ya que a través de la mediación de López se activaban los vínculos que posibilitaban muchas de las actuaciones.
Los presos políticos liberados acudían a la verdulería porque sabían que los integrantes de “Córdoba va” trabajaban en consonancia con los organismos de derechos humanos y que además dentro de la misma puesta artística se hacía mucha referencia a las vivencias ligadas al terrorismo de estado instaurado por la última dictadura militar. También la frecuentaban los públicos de “Córdoba va”; la gente asistía a la verdulería para facilitarles diferentes recortes, libros, cartas, escritos y producciones literarias. Algunas de estos materiales fueron agregadas al repertorio del espectáculo. A la verdulería acudían los grupos de estudiantes o integrantes de diferentes organizaciones políticas. Frecuentemente había momentos de discusiones políticas:
bueno un montón de gente iba ahí … y la gente del barrio se sumaban a esas discusiones y les encantaba. Yo siempre dije que iban a comprarnos a la verdulería por la característica de la verdulería y no por los precios ni por la mercadería. (…) Les importaba ir ahí porque se divertían, porque escuchábamos música, porque hablábamos, porque había información de todo lo que se hacía. (Entrevista M. E. Gómez)
Otros espacios de reunión para la producción artística lo constituyeron algunos bares de la ciudad. El mas mencionado fue el bar de “Las Musas” ubicado al frente del Teatro del Libertador San Martín. Aquel lugar era frecuentado por artistas, personal de apoyo y públicos. En este sentido uno de los entrevistados manifestó: Entonces venía alguien te saludaba, entrabas  al bar del al frente del Teatro (…) al bar de las Musas eran todos amigos, todo, todo el tiempo. Entonces era como que vos pertenecías a una comunidad ¿no? Pertenecías a un lugar…

Reflexiones finales
  En este escrito transitamos por actores, músicos y escritores cordobeses de la década de 1980. Intentamos dar cuenta de algunos espacios de formación de los artistas, de formas de organización del trabajo artístico y de redes que establecieron ya sea entre ellos y el personal de apoyo. Fue en esta clave que intentamos describir ese “lío” con el cual un entrevistado nos calificó al ámbito artístico de aquellas épocas. Así es que nos resultó pertinente mostrar vínculos personales y profesionales entre diferentes disciplinas artísticas, aunque el foco de nuestro interés se sitúa en la producción musical. También pretendimos dar cuenta de algunas características de estas obras artísticas, mostrando la importancia de ciertos espacios que llevaron a calificar o al menos a anhelar una producción “independiente” y “artesanal” que en ciertos momentos mantuvo relaciones más estrechas con ámbitos más politizados en la ciudad de Córdoba. Frente a la pregunta por la “magia de los encuentros” creemos que en la descripción de las trayectorias biográficas de las personas podemos hallar algunas respuestas. Los jóvenes que investigamos aquí compartían ciertas afinidades políticas que significaban como “resistencia” al terrorismo de Estado instaurado por la última dictadura militar. Un camino posible podría ser pensar a lo Elías (Cf. 1998, 2006) y situar a las personas en su vivencias con otras personas. En este sentido podríamos plantear que a estos jóvenes los encontraba la amistad, el amor y la militancia política.

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