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lunes, 29 de septiembre de 2014

Recordando a Sarlanga







"Yo siempre dije que era el Borges de los diagramadores, porque cada vez me estoy quedando más ciego, y además, porque me acuerdo de Neruda cuando dice me gusta cuando callas, y Borges, cuando calla es cuando dice más cosas...  Por eso, cuando me dijeron que me iban a hacer un reportaje me dije: zás, cada vez me parezco más a Borges, ahora me van a hacer un reportaje por lo viejo...".
Sin embargo, Sarlanga no es viejo; aparenta más bien una edad indefinida, que él n se esfuerza mucho en definir. Poseedor de una aguda ironía y de un humor envidiable, sus opiniones y comentarios podrán ser discutibles, pero no por eso menos inteligentes, y, sobre todo, sinceros. Tampoco es vanidoso a pesar de su comparación con el gran escritor, a quien admira, y además de ser uno de los mejores diagramadores y de estar ligado al periodismo desde hace casi cuarenta años.
"En cierta medida tiene valor lo que yo pueda decir, porque a mi no me atan compromisos de orden literario o de competitivismo o celos; no me puedo poner a la altura de un escritor porque no sé escribir, ni de un poeta porque no sé hacer poesías. Pero como ellos me muestran, me dan para resolver sus cosas, para plasmar en el papel lo que ellos crean, el diagramador, si es que siente la cosa, tiene que trabajar codo a codo con ellos, y se da cuenta de quienes son buenos, como personas y como poetas. Porque hay mucha vanidad en el ambiente artístico. Todos estamos en un plano de vanidad, eso es una cuestión de desvalor, pero unos lo manifiestan más que otros... a lo mejor, el que tiene que ser vanidoso no lo es, por un prurito de amor propio, y otros están enfermos de vanidad...".
"Desde hace más de cuarenta años, sí señor...". Dato este que, aparte de aproximarnos un poco más a una definición de su edad y de certificar elocuentemente su profesionalismo, nos predispone a escuchar sus recuerdos y anécdotas. Imprudencia, lo reconocemos, que habrá de costárnos dos horas de grabación, cuatro para descarretar el casseteocho para armar la nota, y muchas más ejercitando al máximo nuestro poder de síntesis a fin de superar las limitaciones de espacio. Porque a Sarlanga le gusta hablar. Le gusta hablar mucho, y no por ego, porque habla de los otros, de lo que ha conocido y vivido, casi tímidamente, sacando su entusiasmo por la gente y por las cosas, por la gente del quehacer artístico que él conoce y respeta.

Amarcord

"Aquella etapa de los Botana, de los hijos de Botana, porque al padre, al viejo Botana, lo llegué a conocer muy por encima del travesaño, yo era muy chico. Con los años, el Tito y el Poroto Botana fueron amigos míos, mayores que yo, pero de cualquier manera, alternabamos en el mismo grupo. Y desde aquel entonces conozco la vanidad de que te hablaba, el ego de toda la gente que de alguna manera hicieron el periodismo. ".
Entre otras pasiones que servirían para definirlo ((el deporte, los amigos, la noche, el arte, la música, Silvia, su compañera), la cultura en general (tanbien las mujeres en general) es una de las más destacadas. Y así se lo podrá ver en todas las actividades culturales, siempre dispuesto a apoyar y receptar las inquietudes, las iniciativas, a dar una mano. Sus amigos son los pintores, los poetas, los escritores, los músicos...
"Y bueno, después de treinta y cinco años en "Clarín", donde yo hacía en los últimos tiempos el suplemento deportivo, un día me fue a buscar Astori(1). Él quería hacer en Córdoba un diario ágil, al estilo de los de Buenos Aires. Yo pienso que, desgraciadamente, también en periodismo se copia un poco lo que se hace en Buenos Aires, y pienso, honestamente, que acá hay mucha gente con ganas de hacer cosas, hay ganas y hay talento. Yo le escuché decir a Astori: "Nosotros, acá en Córdoba, recibimos toda la corriente cultural de Buenos Aires. ¿Por qué no puede salir la corriente cultural de Córdoba hacia el resto del país, como de alguna manera sucedió en la antiguedad, en el Virreynato..?". Bueno, a mi me gustó la idea, dejé todo y me vine, siguiendo a ese loco, a ese Quijote que es Astori. Me fue bien, me fue mal, creo que fue más mal que bien. Pero de cualquier manera, la semilla se tiró. Claro, yo no voy a venir a descubrir la curvatura del círculo, en cuestión de diarios está todo inventado, me costó muy poco poner en práctica lo que yo sabía. Pero si señalo estas cosas es para resaltar que en este diario(2) se reunió un grupo inicial de gente jóven, gente con inquietudes, con ganas de hacer, que fueron aprendiendo en la práctica. Pero ojo, que ya que estamos hablando de periodismo, tenemos que mencionar a la gente que hace "La Voz" porque es un órgano que ha señalado también rumbos, y sobre todo, que tiene una fisonomía cordobesa. Es un diario bien hecho, con una trayectoria de cincuenta o setenta años. En resúmen, yo pienso que algunas ideas debemos extraer del periodismo de Buenos Aires, pero yo digo que hoy en día, no hay en Buenos Aires diarios como los que hacen acá. Esta revista, por ejemplo, "Reportaje"(3), con todas las inquietudes artísticas, culturales... No hay en Buenos Aires hoy en día una revista como esta, y eso lo digo teniendo en cuenta que las revistas culturales son las que más cuesta imponer, hay un axioma preestablecido que dice que las revistas culturales tienen todas las de perder, no dan para vivir; y a esta la hacen cordobeses, que se preocupan y tienen inquietudes y no la hacen para vivir. Y en las revistas culturales uno encuentra gente linda que dice vos haces esto, vos escribís esto otro, y entonces el poeta o el escritor que está desesperado por pagar la luz, deja de pensar un rato en eso y hace lo mejor que puede, para que alguien lo lea...
"Con respecto a la función del periodismo en la cultura, creo que podría infuir más por medio de los suplementos culturales; claro, los diarios son empresas, y algunos creen equivocadamente que las páginas culturales no reditúan, a nivel de avisos. Yo pienso que es un mal criterio, que en todo caso, está mal explotado, porque si se comentan, por ejemplo, los libros que llegan acá, los de Bruguera o Losada, pero comentados no con el afán de conseguir el aviso, sino de tener una sección seria, cotidiana y segura, la gente la va a leer, y los avisos van a llegar. Por ejemplo, el suplemento cultural de "Clarín" es muy bueno, pero hubo una época en que era mejor el de "La Opinión", y Losada prefería que los avisos salieran allí, y "La Opinión" se daba el lujo de tener los avisos, y eso que en aquel entonces estaba, cómo lo puedo explicar, no de acuerdo con el sistema preestablecido.
"En lo que respecta al suplemento cultural del "Tiempo", desgraciadamente se ha reducido de dos a una página. "La Voz" de los domingos tiene un buen suplemento cultural también, y yo me levamnto los domingos para leer el artículo de Salzano, que además de estar muy bien presentado, me gusta como escribe. Las radios hacen alguns buenos programas culturales, hacen algo, lo que pueden, por la cultura. Yo respeto mucho lo que hacen tipos como Percy Llanos y otros. Y ahora me acuerdo de otro peruano ( Hugo Guerrero Marthineitz), un íntimo, un gran amigo mio de Buenos Aires que tiene un buen programa, y es un tipo que por el solo hecho de que algún artista esté en el "Index", si el fulano o fulana no se pasan, él vá y los pasa en su audición, caso Mercedes Sosaa, por ejemplo...".

Llegó a las playas de Córdoba y desde allí gritó: !Tierra..!




Multifacética la personalidad de Sarlanga. Llegó a Córdoba y se enamoró de ella, entró a querer sus calles, sus artistas y su gente, sus costumbres. Si hasta pinta de cordobés tiene. Aunque también su imagen puede asumir una multiplicidad de formas. En un tiempo en que usaba el pelo largo y unos tremendos bigotazos, uno le ponía un sombrero de charro, dos cananas cruzadas en el pecho, y tranquilamente podía verlo entrando en Chihuahua con los hombres de Villa; una boina, una capa y un pincel, y ahí andará paseando por el Sena; si transita la noche, y si Silvia no mira, puede asumir las formas mitológicas de un fauno; si se viste con pieles, parecerá Derzu Uzala... Y sin coraza ni yelmo, llegó un día, desembarcó en La Cañada, y ahí descubrió Córdoba y empezó a quererla, a sentirla, a amarla...
"Yo siempre decía que Córdoba era el último lugar donde iría a vivir, veía a la gente solemne, necia... Llegué a Córdoba con cuarenta y ocho años, y al poco tiempo, Córdoba me brindaba la posibilidad de conocer a tanta gente linda, de conocer tantos auténticos talentos, tipos maravillosos, periodistas, escritores, músicos... César Altamirano, un tipo genial que conocí e4n Buenos Aires, que se había cansado de ganar premios en cuento; o Carlos Gilli, médico iriólogo, que también escribe cuentos y sus cuentos son premiados: otro día conozco a Héctor Solasso, me lo presenta Daniel Vera, otro buen poeta, dos locos lindos, y los dos colaboraron en el diario con nosotros; un día conozco a Alejandro Baró, del que algunos pueden pensar que se encurdela en un mostrador y no es así, sino que se sienta en un armonio, un piano "no si qué", y es sensacional, viene Kleiderman y todos se vuelven locos, y no conocen el valor que tenemos acá; después conozco al "Sapo" Cativa, que hace cuentos, y al "obrero del canto", Maldonado Costa, que hacía temblar las paredes cantando, y a Rudy Arrieta, que es un representante genuino de esta Córdoba, canta tangos con o sin voz, pero con sentimiento. Un día me hablan de Cristino Tapia, y yo conozco a Cristino Tapia por un vals del padre de Rudy Arrieta, "Córdoba de antaño"... En fin, son todos personajes sensacionales, que si estuvieran en Buenos Aires a lo mejor sería más personajes, pero acá no se les dá el lugar y la publicidad que merecen."
Fino Pizarro, fotógrafo del diario, "un tipo sensacional", como dice Sarlanga, cuenta: Cuando yo entré a trabajar en el diario, me encontré con una cosa curiosa, un porteño que apoya mucho más las cosas de Córdoba que los mismos cordobeses que están trabajando en ese diario. En Córdoba habrá cosas buenas y malas, y es cierto que no hay que caer en el amiguismo, pero son pocos los que en el diario __ y tambiém em los otros diarios, porque los leo__ apoyan tanto la cultura de Córdoba como este tipo, que es porteño...".
Sarlanga lo ratifica con sus propias palabras: "Hoy me voy a llevar mal con mis compañeros del diario, a quienes respeto mucho, lo cual no quiere decir que apruebe lo que ellos hacen. Yo no concibo que en diario, donde todos volcamos nuestras inquietudes, haya gente que por el solo hecho de sentirse cronistas o críticos teatrales, les den sistemáticamente con un palo a toda manifestación artística o teatral; hay otras formas de criticar, colaborando... En teatro, por ejémplo, hay veinte grupos de gente que quiere hacer cosas, tipos que están tres meses estudiando y ensayando para poner la obra lo mejor y no se les lleva el apunte, y viene alguien y dice que llega Pedrito Quartucci, y ojo que yo respeto mucho a Pedrito, y entonces los cordobeses hacen cola. Hace algunos meses, en "Elodía", un tipo que se llama Solasso escribe algunos poemas, y otro tipo que se llama Oscar Rezk y las actrices Galia Kohan y María Esther Rosso los quisieron recitar, y otro que se llama Horacio Sosa les puso música, y era una cosa hermosa. ¿Quienes pudimos asistir a ese espectáculo? Los que sentimos inquietud o vivimos la noche, éramos a veces quince, treinta o cincuenta, y es muy poco para lo que significa. En fin, hablando, yo he nombrado en el correr de la conversación a personajes, he estado dentro de las cosas que hacen estos locos lindos, y digo que ojalá los diarios se hicieran con gente como nosotros...".

Y en ese tono seguirá hablando y hablando. Eduardo Williams Hermes Ruccio, "de cierta alcurnia por el apellido de mi madre...", como él dice. Avanzada ya la tarde y con dos casetes llenos nos despedimos. Desde la puerta, tímidamente, se da vuelta y nos dice: "Yo siempre digo que soy como el Borges de los diagramadores... Si no los he aburrido puedo seguir contándoles un montón de cosas...".
Pero nosotros ya habíamos guardado el grabador, y a pesar de las diferencias de horarios y de tiempos, la noche comenzaba a insinuarse sobre Chihuahua y el Sena, sobre el mitológico Olimpo y La Cañada. Era la hora de la noche, de la amistad y el vino, como diría Salzano, las mejores municiones de un Sarlanga...

(Publicado en revista "Reportaje a la cultura" N* 3, diciembre de 1981)
(1) Propietario y fundador del diario "Tiempo de Córdoba"
(2) "Tiempo de Córdoba"
(3) Revista político.cultural editada en los años 80-81 en Córdoba

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